Año 2014

empecemos


viernes, noviembre 14, 2008

PAPÁ Y MAMÁ




Tuve una infancia feliz, me dejaban salir libre a la calle, subir los techos, brincar de las bardas, golpear los tanques de gas; yo creía que la gente saldría corriendo a oír misa, sonaban como campanas. Ahora pienso, que mi madre estaba tan ocupada, que no se ocupaba lo suficiente, de averiguar donde andaba y que hacia.
La recuerdo, con su figura esbelta lavando. Una vez, estaba ayudándola a meter la ropa en los rodillos, para exprimirla, la punta de mis dedos quedo atrapada en ellos, empecé a gritar, mamá los detuvo, cuando mi brazo estaba metido hasta el hombro, trato afanosamente de abrirlos para sacarlo, no pudo, entonces, sin remedio mi brazo se exprimió en reversa.
También la recuerdo planchando y doblando ropa, muy delicadamente, siempre después de revisar que no le faltaran botones, remendaba los calcetines. La recuerdo, sentada en la maquina de cocer, haciéndonos ropa, mi hermana y yo, poníamos los monitos de Disney, que salían en el pan bimbo, sobre la tapa de la maquina, con la vibración, estos bailaban y caminaban.
Tenía sus diversiones, diario se reunía con “Las Pichochas”, este nombre salió, de “pi” preciosas y “chochas” viejas, sus maridos no iban a comer, así que a eso de las 11:30 ó 12:00 se reunían, platicaban, tomaban café y de ahí salían a recoger a los hijos a la escuela, aunque no siempre llegaban a tiempo, un buen día, me le olvide en el kínder, la maestra, me llevo a casa, mamá no estaba. Yo le dije:
-Ha de estar con Margarita- fuimos a su casa a unas dos cuadras, pero no.
-Tal vez con Cata - no estaba
-Mmm con Graciela- tampoco.
-Ya sé, hoy el café le tocaba a Esperanza- su casa estaba en seguida del kínder, si ahí estaba mi querida madre.
La maestra la regaño.
Religiosamente, los domingos íbamos a misa y después, de día de campo, a papá le gustaba llegar donde menos gente iba, al llegar lo primero era bajar las viandas, regularmente taquitos de frijoles y huevos duros, juntábamos leña para hacer café, lo mas divertido subir cerros, explorar cuevas, nunca dejábamos una sentida, mamá siempre fue la caponera, papá decía, que nos soltaba en el monte y salíamos corriendo como cabras locas.
Mamá no hablaba mucho con nosotras, era pre juiciosa, no recuerdo consejos de ella, para saber en que andábamos, recurría a esculcar nuestras cosas, leía las cartas que nos llegaban y las que mandábamos, claro que a escondidas.
Papá en cambio, gustaba de platicar, daba consejos, recomendaba libros, nos enseñaba los nombres de las constelaciones, platicaba sus aventuras de niño, era de criterio amplio.
Mis padres, me dieron un mundo color de rosa, una infancia feliz, fue difícil crecer, ver los colores del mundo real, morado de asfixia, rojo de dolor, verde de envidia, amarillo de ambición, azul de vanidad, negro de maldad.
Con el tiempo aprendí que todos estos colores juntos hacen el blanco de la pureza de la esperanza. Entendí, que ellos estaban hechos igual, de muchos colores, por eso pudieron darme ese mundo color de rosa.